La Iglesia: Su Cuerpo, Su Novia
En el Calvario, mirando más allá de la cruz, Jesús sufrió agonía física y espiritual para un gran propósito: “por el gozo puesto delante de él.” (Hebreos 12:2) El vio salvación para la humanidad arruinada por el pecado; El vio la victoria sobre Satanás y la muerte; El vio a los cielos habitados eternamente por los redimidos. Pero por encima de todo, El vio la iglesia.
“Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” (Efesios 5:25-27) El sabía que del Calvario iba a proceder Su novia: “Hueso de Su hueso, carne de Su carne”; ella sería el vaso escogido para el plan de Dios en la tierra, tal como El lo fue.
Considere el incomparable alcance del llamado de la iglesia, la anchura de lo que Dios ha planeado:
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Es Su intención “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Efesios 3:10,11)
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La iglesia es la plenitud de Cristo, “la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” (Efesios 1:23)
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La iglesia sera la eternal habitación de Dios “en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:22)
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La iglesia es la novia de Cristo. Eternamente estará unida a El a Su regreso a la tierra. (Apocalipsis 19:7)
Lo que sigue a continuación es una breve reseña sobre la iglesia, según esta se nos revela en el Nuevo Testamento. Se ha escrito con la esperanza que aquellos que la lean puedan captar la visión de la iglesia tal como Cristo la tendrá.